La Fotografía Narrativa - La historia, el protagonista , las emociones y nuestra visión


Hoy quiero hablar de NARRACIÓN FOTOGRÁFICA, sí, habéis leído bien... Ya te he hablado de esto en otros post refiriendome al Storytelling.

Con el articulo de hoy me gustaría fijar cuáles son los elementos clave de la narración fotográfica.

Una imagen, vale más que mil palabras.

El adagio debería resultarnos familiar y suele tener bastante fundamento. En la mayoría de los casos, así es: una imagen tiene la fuerza de mil palabras, pero esto no nos protege en absoluto de posibles errores, porque si bien es cierto que una imagen tiene la fuerza de mil palabras, no se da por sentado que esas mil palabras cuenten una historia.

La cuestión es precisamente ésta: no basta con encuadrar y disparar para haber elaborado un reportaje fotográfico, como tampoco basta con que el escritor reúna una serie de párrafos correctos desde el punto de vista ortográfico, gramatical y sintáctico para tener una buena historia en tus manos.

Qué es una historia.

La definición de relato, en el sentido de narración, es "la exposición de una secuencia de acontecimientos, reales o imaginarios, unidos por una sucesión lógica" y hasta aquí no debería haber problema. 

Una historia, según Aristóteles, tiene tres momentos básicos: un principio, un medio y un epílogo. Y esto, de hecho, cuando nos adentramos en el terreno de la narración fotográfica, empieza a presentarnos algunos obstáculos. 

¿Cómo, por ejemplo, crear los tres momentos definitorios de una historia con una sola imagen? En esto, la fotografía, nos pide una habilidad extra: la capacidad de condensar los tres momentos en una mirada.

Empecemos por aquí... un plano que quiera contar una historia debe, en primer lugar, captar nuestra atención y transmitir un mensaje, emocionarnos. 

Las historias captan las emociones humanas, nuestras historias fotográficas FUNCIONAN cuando podemos transmitir estas emociones al espectador.

El protagonista.

En mis artículos me gusta establecer un paralelismo entre la ficción y la fotografía, entre el escritor y el fotógrafo.

Al igual que para el escritor y para la ficción no hay historia que no gire en torno a al menos un protagonista, también en la fotografía y especialmente en la narración fotográfica, no hay historia si no hay protagonista.

¿Cuál es la característica que debe tener el protagonista de nuestras historias en imágenes? Principalmente, el protagonista debe ser capaz de transmitir emociones. Puede parecer trivial, pero la diferencia entre una historia y un plano -incluso uno técnicamente bueno- está aquí. ¡La emoción!

El protagonista tiene la tarea de crear una conexión con el espectador. Si el espectador se siente atraído por nuestro protagonista, se sentirá inmediatamente atraído por nuestra fotografía y habremos conseguido contar una historia con una imagen.

¿Qué emociones queremos transmitir?

Ésta, después de la elección del protagonista, es la pregunta clave que debemos hacernos cuando decidimos contar una historia a través de imágenes. ¿Qué quiero transmitir?

Respondiendo a esta pregunta, encontraremos en consecuencia la clave para llegar al corazón de la narrativa fotográfica, encontraremos el lenguaje, el encuadre que mejor se adapte, el estilo, la composición y todo lo demás.

Me encanta repetir una frase de David duChemin, "lo que no se enmarca no existe", para mí es un dogma. Sin embargo, esto debería hacernos caer en la cuenta de que no sólo nuestra historia es el mundo dentro del marco, y sólo eso, sino que, en esencia, somos los creadores de ese mundo y del mensaje o las emociones que le confiamos a ese mundo.

La fotografía no siempre registra la realidad.

Deberíamos meternos esto en la cabeza desde el principio. La fotografía no registra la realidad, sino que crea una "alternativa", y muchos de nosotros no nos damos cuenta de ello. 

La fotografía, incluso la documental -que por razones éticas debería ser la más fiel a la realidad-, es el producto de la creatividad de un autor, que ha hecho elecciones de lenguaje, técnica y composición, decidiendo incluir o excluir elementos en su personalísimo mundo bidimensional, delimitado por las fronteras del encuadre.

¿Por qué te digo esto? Porque esta es la base de la narración fotográfica, que parte de elementos reales para contar historias que pueden desprenderse de la realidad.

Un buen reportaje fotográfico es como un chiste...

Lo es. Si nos vemos obligados a explicar un chiste, evidentemente o el chiste no tenía gracia o no somos capaces de contarlo (o ambas cosas).

Y así, con nuestras historias en imágenes... si nos vemos obligados a explicar nuestras tomas, sólo supone una cosa: ¡PLACER!

¡Nuestras fotos deben hablar por nosotros! ¿Recuerdas las mil palabras proverbiales? ¡Eso es!

Si nuestros planos necesitan post-its con una explicación... bueno, estamos bastante lejos de un resultado mínimamente aceptable.

Tenemos que comprender que la forma en que un fotógrafo ve sus tomas es significativamente diferente de la forma en que las ve otra persona. Ansel Adams dijo que siempre hay dos personas en cada foto: el fotógrafo y el espectador. Y si queremos contar historias fotográficas con éxito, este es un detalle que no podemos ignorar.

Las mejores historias fotográficas se crean cuando el fotógrafo, en el momento de la toma, es capaz de ver no sólo su propio punto de vista, sino también el de la persona que luego mirará esa foto: una especie de empatía.

Desarrollamos nuestra visión personal

Especialmente los que se han acercado recientemente a la fotografía se hacen muchas preguntas.

Esto es perfectamente normal hasta que ciertos automatismos dados por la práctica se imponen.

Algunas de las preguntas que nos hacemos son legítimas y nos ayudan a tomar decisiones bien meditadas, otras sólo confunden nuestras ideas, y otras son SIMPLEMENTE INCORRECTAS.. sí, en términos simples: ¡erróneas!

Y una de todas ellas es con la que abrí el post: "¿pero cómo debe fotografiarse ésta?".

Demos un paso atrás...

... cada uno de nosotros hace fotografías por razones personales y en busca de objetivos igualmente personales.

Hay quien se conforma con hacer fotografías bien expuestas, quien es obsesivo con la composición, quien quiere expresar su lado creativo, y quien quiere contar la realidad... bueno, creo que ya me entiendes... sea cual sea el motivo que nos hace coger una cámara y salir a hacer fotos es lo que yo llamo intención.

Es precisamente esta intención que nos proponemos cumplir la que determina de alguna manera la problemática dicótoma entre lo correcto y lo incorrecto. La intención tiene que ver con nuestra visión de la fotografía y sólo en relación con ella podemos razonar en términos de bien y mal.

En todos los procesos autorales conscientes siempre hay una intención en la base de todo, es decir, lo que el autor quiere decir. Se puede encontrar en la literatura, la composición musical, la pintura y la escultura. Intención y visión.

Todo gira en torno a lo que queremos decir intención o visión. Nuestra visión y esa es nuestra manera muy personal de ver las cosas, el mundo. Por eso debemos aprender a desarrollarla y debemos aprender a reflejarla en nuestra forma de fotografiar.

Así que, volviendo a la pregunta incómoda, deberíamos intentar reformularla y preguntarnos: "¿cuál es la mejor manera de reflejar mi intención, mi visión?"

Puede parecer un poco rimbombante dicho en estos términos, pero sólo así podremos tomar las decisiones correctas.

Por supuesto, llegar a una visión coherente con todo lo que fotografiamos no sólo es metódico y requiere mucho tiempo, sino que a menudo ni siquiera es adecuado para nosotros, especialmente si no somos fotógrafos profesionales.

Por ejemplo, si estamos viajando, podemos razonar sobre las intenciones que nos impulsan a retratar a las personas, que pueden ser diferentes de cómo nos acercamos, por ejemplo, a la naturaleza o a un paisaje.

Espero no haberte confundido, pero lo que digo es que los diferentes niveles de fotografía se corresponden con diferentes niveles de coherencia de visión y que muy a menudo también podemos contentarnos con una intención concreta, simplemente relacionada con la escena que vamos a fotografiar.

Lo fundamental es percibir nuestra intención, exponerla y tratar de entender cómo se puede utilizar la técnica y la composición para transmitirla satisfactoriamente. 

Siempre que lo hagamos, siempre que nuestra toma refleje nuestra intención, habremos fotografiado la escena como debe ser fotografiada.

Personalmente, relaciono la intención con la especificidad de una toma y la visión más con la homogeneidad de esa intención a lo largo de varias tomas, diferentes proyectos y a lo largo del tiempo - pero no quiero aburrirte con una pistola de semántica fotográfica.

La intención, la visión, la voz dentro de nosotros

Llámalo como quieras, pero este es el punto de partida y sólo tiene que ver con nosotros mismos, nuestra personalidad, nuestra cultura, nuestra educación y la tarea que le asignamos a la fotografía (otro asunto absolutamente personal, por no decir íntimo).

Están los que tienen un fuerte sentido de la ironía, entre los monstruos sagrados Erwitt, por ejemplo, los que dan prioridad a los colores, los que fotografían para impactar, por ejemplo La Chapelle, o los que se sienten muy inspirados por el lenguaje didáctico y documental, Robert Capa, por mencionar a los primeros, o Don McCullin.

Cada uno de nosotros tiene diferentes peculiaridades y son precisamente éstas las que inspiran y distinguen -o deberían hacerlo- nuestra forma de fotografiar.

Dejemos de preguntarnos el "cómo" y empecemos a preguntarnos el "por qué", aunque el cómo es fundamental, pero subordinado al por qué.

La visión no es rígida

Aprendamos a desarrollar nuestra propia visión, pero no nos convirtamos en esclavos de ella.

También es bueno dar algunos rodeos, intentar salir de nuestra forma habitual de ver las cosas a veces.

Sin embargo, esto no significa fotografiar sin intención. Intentemos tener siempre una intención clara detrás de cada uno de nuestros disparos, aunque a veces pueda ser menos acorde con nuestra visión general, pero evitemos disparar sin intención.

Sobre todo, no pensemos en la visión como un concepto rígido y fijo.

Si miro las fotos que he hecho a lo largo de los años, me doy cuenta de cómo ha cambiado mi forma de fotografiar con el tiempo, es cierto, reconozco un cierto camino, que contribuye continuamente a formar mi visión tan personal. 

No se trata de incoherencia, creo, sino de crecimiento o al menos de cambio. Cambié, mi forma de fotografiar cambió conmigo, aunque en realidad, la intención básica permaneció casi inalterada.

Esto es para decirte, sobre todo si todavía tienes poca experiencia a tus espaldas, que no busques la rigidez, sino que aceptes el viaje que vas a hacer, y sobre todo que entiendas desde el principio que el destino de este viaje es el propio viaje.

Para que quede claro

Sea cual sea el motivo por el que fotografiemos, sea cual sea nuestra intención y visión, debemos entender que cada foto que hagamos será siempre y únicamente nuestra forma de ver el mundo y no el mundo, porque ésta es la mayor paradoja de la fotografía, que nació para documentar la realidad, pero que en cambio se encontró creando otra realidad personal y paralela.

Sin visión no hay historia

Esto para mí es un decreto: si no nos fijamos una visión, no podremos contar nada en absoluto con nuestras tomas, sólo llenaremos las tarjetas con fotografías mediocres, quizás incluso bien expuestas o bien compuestas, pero sin historia.

Y son las historias las que apasionan a la gente, independientemente de que utilicemos imágenes para contarlas.

Espero no haberte aburrido, de hecho espero haberte estimulado de alguna manera.

Volveré de nuevo hablar sobre la narración fotográfica en este blog. 



No hay comentarios

Publicar un comentario

Los datos de tus comentarios están seguros
Responsable: Dania Beatriz Fotografías
Finalidad: Moderar comentarios
Legitimación: Das tu consentimiento
Destinatario: Plataforma de blogger.
Derechos: Tienes derecho a acceder, rectificar y suprimir los datos.