Las emociones en las fotografías
Una imagen vale más que mil palabras y este gran valor casi siempre tiene que ver con el impacto emocional que la foto provoca en el espectador.
Una fotografía transmite emociones, algunas inmediatas, otras menos explícitas.
En este artículo vamos a tratar de entender en qué consiste la experiencia emocional, el impacto de una fotografía, recordando, no obstante, que una cosa es mirar una fotografía, ya sea nuestra o de otro fotógrafo x, y otra muy distinta hacerla.
Una fotografía es el producto final de un proceso creativo que el fotógrafo crea utilizando los elementos presentes en la escena, tomando una serie de decisiones conscientes que responden a una intención y una visión.
Observar y de consecuencia, analizar una fotografía es mucho más fácil que tomarla. Piensa en lo fácil que es, al ver una toma final, entrar en las elecciones compositivas que ha hecho el fotógrafo o en la técnica empleada, analizarlas, criticarlas.
En cambio, debemos llevar todo al momento anterior al clic, donde la toma final es sólo una idea en la cabeza del fotógrafo. Es precisamente en esos instantes cuando debemos analizar la composición, revisar las posibles técnicas a emplear. Antes de hacer clic, todo es más fácil después, pero hemos pasado, sin darnos cuenta, de la fotografía a la crítica fotográfica.
Recordemos también esta diferencia sustancial cuando razonemos sobre las posibles emociones que podrá transmitir nuestra fotografía.
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Lograr impactar también es cuestión de experiencia
Una fotografía tiene un aspecto emocional y otro puramente técnico.
En un mismo plano, conviven el corazón y la cabeza, las emociones y la técnica.
Me gusta pensar que la técnica es una infraestructura sobre la que se construyen los disparos, el medio y no el fin, como desgraciadamente muchos se inclinan a creer, haciendo gala de una gran técnica pero con poca capacidad de enganche emocional.
Sin embargo, quiero dejar claro que nunca he sido partidaria de la emoción al margen de la técnica.
Me gusta pensar que cuando las emociones pueden estar fundamentadas en un conocimiento técnico claro y sólido y en su uso preciso, llegan incluso potenciadas y amplificadas, creando esos planos que recordamos en el tiempo.
Un plano en el que las emociones son tan intensas que el uso de la técnica pasa casi desapercibido es un plano exitoso.
Una buena fotografía siempre ofrece al espectador diferentes niveles de experiencia y emoción.
Podemos pensar en algo que tenga más o menos que ver con una lista similar:
- impacto visual
- impacto emocional
- impacto racional
- impacto creativo
- expresividad y originalidad
El Impacto visual
Representa la inmediatez, la emoción más inmediata, menos razonada, más espontánea.
En una hipotética escala de emociones, el impacto visual es el primer peldaño y tiene que ver con la forma en que algunos de los elementos de la toma captan nuestra atención y la mantienen.
Se trata de una experiencia que pesca casi por completo en el océano del subconsciente e inconsciente del espectador, recurriendo a arquetipos visuales y a dinámicas vinculadas a la psicología de la forma y a la psicología del color.
Algo en la fotografía que miramos nos llama la atención y no nos explicamos necesariamente qué es.
Este es probablemente el nivel de experiencia emocional menos fácil de tener en cuenta antes de disparar, precisamente porque está indiscutiblemente ligado a una reacción instintiva del espectador.
El impacto emocional
El segundo nivel es el impacto emocional.
Si el impacto visual tiene la misión de captar nuestra atención, el impacto emocional determina hasta qué punto lo que estamos viendo es capaz de engancharnos y mantenernos enganchados.
No puede haber una toma que tenga impacto emocional sin impacto visual.
No podemos entusiasmar y comprometer a aquellos cuyo interés no hemos captado.
El impacto emocional suele basarse en inferencias y reacciones psicológicas que pueden desencadenarse de forma consciente o inconsciente.
¿Cuántas veces nos hemos sentido estremecidos o resentidos al ver una fotografía, antes incluso de pasar a un análisis más meditado?
El impacto racional
Una vez que se ha despertado el interés, se ha suscitado una cierta implicación y se han desencadenado una serie de reacciones emocionales, el espectador comienza a captar la experiencia a un nivel más racional e intelectual, tratando de darse una explicación de lo que el plano está transmitiendo.
El razonamiento, el raciocinio, el intelecto flanquean y apoyan lo que los dos niveles anteriores de experiencia han desencadenado.
Es en este nivel donde entra en juego nuestro grado de formación, nuestra cultura, nuestro caudal de experiencia, añadiendo siempre de forma muy subjetiva y personal implicaciones sociales, culturales, históricas o espirituales a lo que estamos viendo.
En este nivel acompañamos las experiencias ligadas a las emociones más inmediatas y primarias con detalles y significados tomados de la racionalidad, tanto objetivos como subjetivos, analizamos las elecciones del autor y las traemos a nuestra experiencia, no necesariamente sólo fotográfica.
El impacto creativo
Aunque con el tercer nivel podría decirse que nuestra hambre de experiencia está satisfecha, puede ocurrir que nos aventuremos a un cuarto peldaño de la escalera emocional, el creativo, donde analizamos el lenguaje fotográfico utilizado, la estética de la imagen en un nivel más racional y analítico, el enfoque creativo y el resultado que produjo.
Fotografiar es, al fin y al cabo, una actividad creativa y, desde luego, no podemos olvidar ni subestimar el impacto creativo en la construcción de una toma.
En el impacto creativo influye la capacidad de emplear eficazmente el lenguaje fotográfico elegido, el cuidado en la composición y el cuidado en el equilibrio entre la técnica y el contenido emocional.
Expresividad y originalidad
La expresividad es ese nivel de experiencia que tiene que ver con la eficacia con la que el fotógrafo ha conseguido comunicar su intención a través de la delicada alquimia de los cuatro niveles anteriores.
La expresividad podría resumirse de forma bastante concisa como la capacidad de transmitir sentimientos, conceptos o estados de ánimo.
Formular una intención clara antes de disparar contribuye a que las tomas sean más expresivas, pero esto no es suficiente, necesitamos tener una visión precisa para que nuestras fotografías brillen por su expresividad.
No olvidemos que la intención responde a la pregunta más sencilla que todo fotógrafo debería hacerse antes de disparar: "¿por qué quiero hacer esta foto?"
La naturaleza intrínseca de la intención no garantiza, por sí misma, tomas con una fuerte expresividad, esto se consigue poniendo la visión junto a la intención, es decir, todas las respuestas que nos damos al preguntarnos "¿cómo quiero hacer esta foto?"
Al mismo nivel sitúo la originalidad, un valor añadido cada vez más escaso en estos tiempos de masificación y pocas ganas de usar la cabeza.
Ante el mismo tema, el mismo impacto visual, el mismo impacto emocional, racional y creativo, y la misma expresividad, la diferencia la marcará la capacidad de haber realizado una toma original, diferente, no obvia.
Lo que muestras frente a lo que realmente significa
Aquí se resume la antigua rivalidad que expresa una instantánea,
Por un lado, lo que se retrata y se muestra; por otro, lo que esto significa: la recurrente escaramuza semántica entre el significante y el significado.
Si definir y analizar lo que muestra una fotografía es una tarea relativamente sencilla ligada sólo al primer nivel de experiencia del impacto visual, entender lo que el fotógrafo pretendía que significara la toma es un camino mucho más articulado y complejo, y que no siempre conduce a un resultado inequívoco y satisfactorio.
Las variables que interactúan en el proceso de decodificación del significado de una fotografía son ciertamente numerosas y se refieren al grado de educación, al sentido ético del que mira, al contexto social e histórico en el que se sitúa, a sus convicciones políticas o religiosas, a las discrepancias y similitudes que tiene con el fotógrafo, al contexto en el que se utiliza la imagen, así como a la situación emocional, consciente o inconsciente, del que mira, sin olvidar las modas y tendencias del momento, los gustos personales y las convenciones.
Experiencia emocional
No nos limitemos a hacer de críticos, aprendamos a previsualizar nuestras tomas, tratando de ampliar el concepto a las posibles emociones que somos capaces de transmitir a través de ellas.
Aprendamos a valorar antes de disparar el posible impacto visual y emocional, razonemos sobre las posibles sugerencias en un nivel más racional, analicemos el impacto creativo, la coherencia del lenguaje que estamos eligiendo, la expresividad y lo originales que estamos tratando de ser.
Sólo haciéndolo antes actuaremos como fotógrafos. Hacerlo después nos hará, en el mejor de los casos, aspirar a un lugar entre los críticos.
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Conclusión
Cuantos más niveles de experiencia emocional atribuyamos a nuestros disparos, más capacidad tendrán nuestros disparos de tener éxito y ser considerados buenos disparos.
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