Sally Mann - Su obra fotográfica.

 Hoy inauguramos una nueva sección en este blog dedicado a la fotografía, se trata del espacio "Maestros de la fotografía" donde hablare de la obra de los y las grandes maestras de este fantástico arte. El post de hoy va de dedicado a Sally Mann.

Sally Mann: la fotografía entre el amor y la muerte 

"EXISTE UNA PARADOJA CUANDO MIRAMOS FOTOGRAFÍAS. VEMOS LA BELLEZA Y VEMOS EL LADO OSCURO DE LAS COSAS".

Sally Mann es considerada una de las fotógrafas estadounidenses más importantes del panorama artístico. Su obra se caracteriza por el uso del blanco y negro mediante la antigua técnica del colodión húmedo. Las imágenes dramáticas de Sally Mann tienen el poder de permanecer en una dimensión atemporal, en un precario equilibrio entre el amor y la muerte.


Biografía de Sally Mann

Nacida en Lexington (Virginia) en 1951, donde sigue viviendo y trabajando, Mann está considerada una de las artistas contemporáneas más importantes, con obras expuestas en todo el mundo y en importantes colecciones públicas y privadas, como las del Metropolitan Museum of Art, el Whitney Museum of American Art y el Tokyo Metropolitan Museum of Photography. En 2001 la revista Time la nombró "Mejor fotógrafa de Estados Unidos" y desde 2012 es miembro honorario de la Royal Photographic Society.

Hereda de su padre, médico, ese contacto directo con las personas y sus familias que se convierte en un rasgo distintivo en sus instantáneas. 

Animada desde muy joven por su talento para la fotografía, completó sus estudios primero en la Putney School, donde se graduó en 1969, y después en el Bennington College, el Friends World College y el Hollins College, donde obtuvo un máster en escritura creativa en 1975. Su primer trabajo como fotógrafa de arquitectura fue en 1976 como asistente en la Washington and Lee University. Al año siguiente expuso por primera vez en la Corcoran Gallery of Art de Washington, donde mostró obras del edificio de la nueva Lewis Law Library.



A finales de la década de 1970 nació su primer hijo, Emmet, en 1981 nació su segunda hija, Jessie, y en 1985 su tercera y última hija, Virginia.

A mediados de los 80, una primera publicación, Second Sight, en la que se agrupan sus tomas iniciales, una especie de recreación entre algo real y algo imaginativo, fotos llenas de poesía que rozan lo abstracto. 

Sally mezcla muy pocos elementos en una composición medida, donde las líneas convergen y dan energía, entre un brazo apenas perceptible, la tela del fondo como una ola del mar y esa línea que estalla en el centro como una brizna de hierba.

Su primera obra orgánica es At Twelve: Portraits of Young Women, de 1988, una serie de retratos que documentan a 12 adolescentes y el desarrollo de sus identidades. Sally fotografía a las chicas en un momento importante y de transición de sus vidas, retratándolas en su contexto familiar habitual. 

Lo que surge no es sólo una serie de retratos en los que las chicas, con los ojos siempre vueltos hacia la cámara, se comunican a través de sus cuerpos, poses y miradas, sino también una muestra representativa de la sociedad de Virginia. 

Parte pues de una de sus primeras exposiciones, que suscitó duras críticas por centrarse en mujeres jóvenes con sus cambios físicos y esa maduración entre la inquietud y los sueños.

 "Me gusta hacer que la gente se sienta un poco incómoda. Les anima a examinar quiénes son y por qué piensan como piensan".

Entre 1984 y 1994 completó el proyecto fotográfico que le daría fama para bien o para mal, Immediate Family. En este trabajo, Sally dirige su objetivo hacia sus tres hijos, todos menores de 10 años en aquel momento, trazando sus días en la granja entre la infancia y la adolescencia. 

Las imágenes, de extraordinario poder visual, en las que se mezclan momentos de la vida ordinaria con la mirada poética y profunda de Mann, ahondan más allá de la inocencia de los protagonistas, suscitando de nuevo mucha polémica por la exposición mediática de los niños.


"Estos no son mis hijos; son figuras en papel de plata deslizadas fuera del tiempo", así informaba Sally Mann en el New York Times en 2015, relatando un episodio significativo entre su hija y una amiga, en relación con la exposición de su madre "incluso los niños entendieron esta distinción". Una vez Jessie, que entonces tenía 9 o 10 años, se estaba probando ropa para ir a la inauguración de una galería de arte familiar en Nueva York. Era primavera y llevaba un vestido sin mangas. 

Cuando Jessie levantó los brazos, se dio cuenta de que se le veía el pecho a través de las sisas demasiado grandes. Tiró el vestido y una amiga le dijo con cierta perplejidad: "Jessie, no lo entiendo. 

¿Por qué te preocupa que alguien vea tu pecho a través de las sisas cuando estás en una habitación con un montón de fotos que muestran el mismo pecho desnudo?". Jessie se quedó perpleja ante la reacción de su amiga: "Sí, pero ese no es mi pecho. Son fotografías.

La obra provoca de inmediato reacciones controvertidas en el público estadounidense, especialmente en relación con la estudiada pose y la desnudez de los niños. Aunque atrapados en su sensualidad e inconsciencia, se respira con un tono íntimo e impregnado de nostalgia, el asombro tras esa relación espiritual, privada e impenetrable de una madre con sus hijos, pero también esa relación vulnerable con la naturaleza y la tierra que te ha parido, las esperanzas y los temores del futuro. 


Sin embargo, la desnudez sigue siendo el nodo central, para Mann la forma más sencilla y primordial de contemplar el cuerpo humano, ya que encanta y encarna la esencia de un individuo en todo su desarrollo y crecimiento. Los cuerpos están como suspendidos en un paisaje surrealista, transpuestos a un idílico jardín salvaje que al mismo tiempo se vuelve amenazador.

"Muchas de estas imágenes son íntimas, algunas son falsas y otras fantásticas, pero la mayoría tratan de cosas corrientes que toda madre ha visto". - Sally Mann, 1992

La inocencia convive entre dudas y consternación, donde las apariciones repentinas e inquietantes se convierten en una presencia constante, y la muerte, no tanto física como metafórica, representa la línea divisoria con el mundo adulto que se cierne entre mentiras, violencia e infinita culpa. 

Sally ha escarbado en la memoria de todos nosotros, en el frágil recuerdo de ese momento transitorio entre la infancia y la adolescencia, mostrando a sus hijos con una mirada imparcial incluso en esos momentos impredecibles como las hemorragias nasales, las picaduras de insectos, los cortes y los arañazos. 

La sociedad respetable y bienpensante se volvió contra ella, señalándola como una madre distorsionada, que exponía a sus hijos en lugar de protegerlos, explotándolos en beneficio propio, una polémica que influyó en la fecha de publicación de la obra.

"Una de las cosas que mi carrera como artista podría decir a los jóvenes artistas es: Las cosas que están cerca de ti son las que puedes fotografiar mejor. Y si no fotografiáis lo que os gusta, no podréis hacer buen arte".

En la infancia que vive y respira en cada uno de nosotros, la inocencia es un acto de rebelión contra las construcciones sociales, que hace uso de su propia naturaleza, libre en su desnudez, metáfora y evocación en ese escenario prístino y surrealista. 


Con su estilo fotográfico que rinde homenaje al siglo pasado pero con la mirada puesta en el fotoperiodismo contemporáneo, Sally combina la fotografía pictórica con una mirada documental, de manera que por primera vez los niños aparecen enfadados, hoscos, sucios, deformados por picaduras o narices ensangrentadas, una visión sin filtros, tan personal como familiar para todos nosotros. 

Como dice Oscar Wilde "ningún artista tiene intenciones morales. En un artista una intención moral es un manierismo estilístico imperdonable', así Mann encuentra una clave de comprensión y un punto de cohesión entre su visión del mundo, el pensamiento crítico en torno a una obra de arte y el lenguaje fotográfico.

"Tan efímeros como fueron nuestras huellas en la arena junto al río, también lo serán aquellos momentos de la infancia plasmados en fotografías", reflexiona Mann, "y también lo serán nuestra propia familia, nuestro matrimonio, los hijos que lo enriquecieron y el amor que tanto nos acompañó. Todo esto se acabará. Lo que esperamos que permanezca son estas imágenes, que cuentan nuestra breve historia".

La fotografía de Sally Mann

Conocida por sus íntimos retratos familiares y sus evocadores y resonantes paisajes del Sur de Estados Unidos, la obra fotográfica de Sally Mann ha suscitado a menudo grandes críticas y polémicas. Mann debe su fama a la publicación del proyecto fotográfico "Immediate Family", en el que retrataba a sus hijos en blanco y negro. 

La obra provocó reacciones controvertidas del público estadounidense, especialmente en relación con la desnudez de los niños, percibida en su sensualidad e inconsciencia. En este sentido, un fuerte elemento asociado a la derecha estadounidense la acusó de pornografía. 

Sin embargo, los niños de las fotografías de Sally Mann se nos presentan en su desnudez salvaje y asexuada. En tonos íntimos impregnados de nostalgia, las fotografías nos hablan de la intimidad entre madre e hijo, de la relación con la naturaleza, de las esperanzas y los temores posteriores. La desnudez representa la forma más básica y primigenia de contemplar el cuerpo humano, ya que encarna la esencia de un individuo antes de que se desarrolle.


Cuerpos como suspendidos en paisajes surrealistas, salvajes jardines idílicos parecen constantemente amenazados. La inocencia coexiste con dudas y temores, apariciones repentinas e inquietantes. 

Siempre hay un lado oscuro a la vuelta de la esquina, una muerte no tanto física como metafórica, que representa una línea divisoria entre una era de simbiosis y un futuro inestable. El mundo adulto aparece en la puerta con sus mentiras, su violencia y su infinita culpabilidad.

Las imágenes de Mann, ya cargadas de misterio y significados simbólicos, se convierten así en metáforas aún más oscuras y fascinantes de la vida, gracias a los tonos cálidos y apagados de esta técnica. 

Y poseen la luz y la gracia de la auténtica escritura fotográfica, al tiempo que emanan una inescrutable carga emocional, un encanto elegíaco y decadente, una dicotomía estética y semántica que se convierte en metáfora de la propia existencia, entre el amor y el dolor, la conquista o la derrota, y la fugacidad de las cosas.

 Este tipo de técnica conlleva la necesidad de tener cerca el cuarto oscuro, ya que los negativos deben exponerse y procesarse en húmedo. Por eso Sally Mann tiene una furgoneta que le sirve de cuarto oscuro portátil.

Técnica del colodión húmedo

A mediados de la década de 1990, Mann redescubrió la técnica fotográfica de la placa 8×10 de colodión húmedo. El procedimiento del colodión húmedo utiliza un negativo de vidrio. La placa se sensibiliza antes de la exposición sumergiéndola en una solución de nitrato de plata. Este procedimiento fue inventado por Frederick Scott Archer y el método se publicó por primera vez en la revista The Chemist en 1852.

Este tipo de técnica implica tener el cuarto oscuro cerca, porque hay que exponer y procesar los negativos en húmedo. Por eso Sally Mann tiene una furgoneta que le sirve de cuarto oscuro portátil. El colodión acentúa la cualidad melancólica y nostálgica de unas fotos que nos proyectan a un tiempo indefinido, decadente y pasado.

La fotografía de Sally Mann tiene el don de provocar y crear gran aclamación, de deambular entre lo personal y lo universal. Su estilo onírico, a veces gótico, a veces surrealista, permanece, sin embargo, siempre anclado en una fuerte vena poética.


El colodión es una clave única que acentúa el carácter melancólico y nostálgico de sus cuadros y nos proyecta hacia ese tiempo indefinido, decadente y ya pasado que tanto fascina a Mann. La vena poética a través del colodión se recoge en Lo que queda de 2003, un corpus sobre el tema de la muerte y la relación entre el tiempo y la memoria, la vulnerabilidad y la decadencia, que incluye algunas de sus obras más profundas y fascinantes. 

La autora, a través de la fotografía, va en busca de señales de vida, de huellas dejadas por nuestro paso terrenal. Meditaciones sobre la condición de los mortales, la vejez, la fragilidad, imágenes que reflejan la convicción de Sally de que sólo se puede apreciar plenamente la vida mirando de cerca a la muerte. Un proyecto que volvió a mostrar en 2012 en una exposición en el Fotografiska Museum de Estocolmo. En 1994 publicó su cuarto libro Still Time, un compendio de sus trabajos anteriores, y es con el nuevo milenio cuando tenemos la segunda publicación de su retrato familiar en el New York Times Magazine.

Todas las obras de Mann evocan la inestabilidad de la memoria, la vulnerabilidad del cuerpo, los estragos del tiempo y la indecible brecha que se abre entre la materia y el espíritu. Los temas que siempre ha explorado son la muerte y el tiempo. La muerte, como escenificación metafórica del abandono, de la infancia, y como exorcismo como enemigo atávico de todos, y finalmente el regreso con la muerte a la tierra, con esa fascinación por la descomposición. 

Y el tiempo, una constante, un valor profundo e inalienable, ya sea en relación con la muerte o el renacimiento, el tiempo marcado en relación con la enfermedad o la crianza de los hijos.  La fotografía de Sally Mann teje un único gran relato en imágenes fuertemente enraizadas en el tiempo y el lugar, un todo captado con ese estilo onírico y gótico, a veces realista a veces surrealista, pero siempre con cierta dosis de lirismo y espiritualidad.


Un lenguaje fotográfico monocromático que aporta solemnidad y elegancia, mientras que la técnica del colodión amortigua esa nostalgia de momentos pasados. Toda la poética de Mann está aquí, un examen meticuloso y material con la vida, una revelación que obliga a mirar y a hacerse preguntas.

La grandeza expresiva se revela en la belleza prístina de la infancia, en la blancura de su inocencia, en la desnudez salvaje de los niños jugando, en el abrazo soñador de un hombre sin rostro, en la conmovedora melancolía de los recuerdos que agarra la garganta y aprieta el corazón.

"Para hacer mis fotos, debo mirar siempre a las personas y los lugares que me son queridos", escribe. "Y debo hacerlo tanto con cálido ardor como con fría valoración, con las pasiones del ojo y del corazón, pero en ese corazón ardiente debe haber también una astilla de hielo". - Sally Mann

Su obra forma parte de las colecciones permanentes del Metropolitan Museum of Art, la Corcoran Gallery of Art, el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, el Museum of Fine Arts de Boston, el San Francisco Museum of Modern Art y el Whitney Museum de Nueva York. En 2001 fue nombrada "Mejor fotógrafa de Estados Unidos" por la revista Time.


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